miércoles, 29 de mayo de 2013

Memorial Day

El lunes pasado se celebró en Estados Unidos Memorial Day, que la Wikipedia traduce como Día de los Caídos. Esta es una fiesta federal, lo que significa que se celebra en todo el país. Ese día se recuerda a los militares caídos en acto de servicio en alguna guerra. Por tanto, para un país que vive en una situación de guerra constante, es un día muy especial. Seguro que casi todas las familias americanas tienen algún familiar o amigo que ha servido en el ejército o incluso ha estado involucrado en alguna guerra o invasión.

Si no recuerdo mal, desde el final de la Segunda Guerra Mundial (agosto 1945), Estados Unidos ha tenido las siguientes guerras e invasiones (y no hablemos de las operaciones encubiertas, entonces la lista no terminaría nunca):
  • Guerra de Corea (1950-1953)
  • Invasión de Bahía Cochinos (1961)
  • Guerra de Vietnam (1958-1975)
  • Ocupación de la República Dominicana (1965-1966)
  • Invasión de la Isla de Granada (1983)
  • Bombardeos en Libia (1986)
  • Invasión de Panamá (1989-1990)
  • Guerra del Golfo Pérsico (1990-1991)
  • Intervención en Somalia (1993-1994)
  • Bombardeos en la antigua Yugoslavia (1999)
  • Guerra de Afganistán (2001-)
  • Guerra de Irak (2003-)
  • Intervención en Haití (2004)
  • Bombardeos de Libia (2011)
No está mal, y seguro que me dejo unas cuantas. Todo un récord para un país que tiene entre sus principios fundamentales, repetidos hasta la saciedad (o repetidos hasta que dejan de tener valor) la libertad, la democracia y Dios.

Pero, ¿tantas guerras, para qué? Las guerras tienen un coste económico y en vidas humanas muy alto, pero si eres el vencedor, también tiene un beneficio muy alto, a veces escandalosamente alto.

En 1935, el General Smedley Butler, el militar más condecorado de la historia de Estados Unidos (eso pone en la Wikipedia), escribió el discurso La guerra es un latrocinio. 80 años después, poco ha cambiado:
He servido durante 30 años y cuatro meses en las unidades más combativas de las fuerzas armadas norteamericanas: en la infantería de marina. Tengo el sentimiento de haber actuado durante todo ese tiempo de bandido altamente calificado al servicio de los grandes negocios del Wall Street y sus banqueros. En una palabra, he sido un pandillero al servicio del capitalismo. De tal manera, en 1914 afirmé la seguridad de los intereses petroleros en México, Tampico en particular. Contribuí a transformar a Cuba en un país donde la gente del National City Bank podía birlar tranquilamente los beneficios. Participé en la "limpieza" de Nicaragua, de 1902 a 1912, por cuenta de la firma bancaria internacional Brown Brothers Harriman. En 1916, por cuenta de los grandes azucareros norteamericanos, aporté a la República Dominicana la "civilización". En 1923 "enderecé" los asuntos en Honduras en interés de las compañías fruteras norteamericanas. En 1927, en China, afiancé los intereses de la Standard Oil.
¡Dios bendiga a América!

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